lunes, 25 de febrero de 2008
HISTORIAS CERVECERAS
HISTORIAS CERVECERAS….(EL BOTÓN)
CRIS- Maria se abrió el botón, él quedo paralizado, no sabía que hacer
MAXI- Él pensó que quería que hiciese y él se abrió su botón
CRIS- Al abrirlo, se rompió, y sus pantalones cayeron, Maria soltó una gran carcajada
MAXI- Qué es lo que veía que Maria se quedó tan sorprendida que?...
CRIS- Se desmayó… al despertar dijo: Bendito sea¡, único en su especie, decide tú, dinero o mío
MAXI- El placer que sentí, que quede dormida. Porque aunque el dinero no hace la felicidad, ahí queda esa noche en la que me quede dormida y a la mañana de despertar me hice yo esa pregunta
CRIS- Si fue un sueño, que se repita, si fue realidad, que exista. Ese botón marcó mi vida, ese botón abrió mis puertas.
Estaba sola pensando que pudo ser cuando… la puerta se abrió
MAXI-Y apareció el botón, desperté del sueño que me envolvió y al despertar me encontré… con el muchacho que me invitó a una copa
CRIS- Dormía vestido con su botón desabrochado, todo fue una ilusión, como siempre, aunque… acompañada estaba sola
MAXI- Y pensando pude ahondar en mi memoria y descubrir la sensación de aquel botón
CRIS- Ese día marcó mi vida.
Una noche de invierno después de cenar con unos amigos, en la parada del autobús, un hombre, rubio, con ojos azules, alto, me dijo con voz cálida, abróchate, cogeras frio
MAXI- Y le dije: no soy rubio, ni con ojos azules, soy moreno, con ojos marrones y con fuerte personalidad y con el botón caído, que…
CRIS- En cuanto me dejes, sacaré a flote tus deseos, abriré tu mente, saciaré tus ilusiones y colmaré tus deseos
MAXI- Mis deseos son a veces fundados, no me quieras confundirme con mis sueños, aunque los hay vanos, no quita de reportarme un poco de felicidad e ilusión por vivirlos, alguna vez en la vida.
Los sueños si son compartidos, mucho mejor, vivir la alegría de la vida, el sentir, es saber que estas vivo, el aprender no ocupa lugar, en esta vida, porque siempre se aprende algo nuevo, y si miras el botón puedes encontrar…
CRIS- Tus miedos, tus inquietudes, ese botón puede ser una verdad, el miedo a ser tú, el miedo a que te conozcan y no hay más, ese eres tú…VIVIR, SENTIR, TOCAR, PALPAR, dame un minuto, tus sueños y los míos son uno.
Sueña y vive, vive y siente y aprende, da igual, ojos azules, cielos negros, mares amarillos, tierras fértiles, VIVE.
Mira el botón, está abierto, dime que quieres, es tu deseo
MAXI- Y hay estoy yo… con mis miedos e inquietudes, que a cada uno nos afectan y no a todos por igual… aprender a vivir de igual manera que…
Cuando miras el botón, sientes un deseo de…
CRIS- ¿De qué? ¿De romper con todo? ¿Rasgar el botón?
El botón es una metáfora, el botón eres tú…
viernes, 22 de febrero de 2008
RAIMUNDO
“RAIMUNDO”
Raimundo miraba el parte de entregas del día, después de repasarlo, se lo guardó en el bolsillo y se dirigió a coger las dos bombonas que tenía que entregar, una se la echó al hombro y la otra la agarró con su mano izquierda; con paso rápido fue hacia el portal; al llegar soltó la bombona y llamó al timbre del 2º-izq.
-Sí –le contestaron
-El butanero –dijo
Se oyó el timbre de apertura de la puerta, entró y subió las escaleras; no había ascensor. Cuando llegó en el rellano le esperaba una mujer rubia con bata de seda azul, fumaba un cigarro, muy maquillada y, con sonrisa lasciva, le miró de arriba abajo y con el dedo le indicó que pasara, tras él cerró la puerta.
Raimundo dejó las bombonas en el suelo y con la respiración entrecortada se dirigió a ella:
-Hoy tengo prisa, es viernes y “he quedao”
-Venga guapo, ¿no piensas dedicarme un ratito?
-Que no, que no, me las “piro”
-Venga te “pago” las bombonas y luego te vas…
-Me las pagas pero con euros
Ella ya le había metido la mano entre las piernas, le agarró tan fuerte que él se tuvo que doblar hacia delante y mirándola de reojo contestó:
-Si te pones así… tendré que quedarme, pero antes, llámame como a mí me gusta
-Claro, Señor Mingo
y dijo él- por el culo te la hinco
Los dos soltaron grandes carcajadas y comenzaron su juego que más que sexual era vicioso y primitivo.
Rodaron por el suelo sin mirar donde caían, lamiéndose y mordiéndose, inundados por el sudor producido por la excitación, fue tal su entrega que la mujer, en un momento de locura abrió sus brazos y sin querer, tiró el cenicero que adornaba una mesita auxiliar, con tan mala suerte que fue a parar a la frente de Raimundo, provocándole una brecha que comenzó a manar sangre a borbotones.
-ME ¡¡CAGüEN!!,LOURDES,¡¡JODER!!- gritó
-¡¡AY!! Lo siento, ay por Dios, ¿que te he hecho?- decía Lourdes echándose las manos a la cabeza
-DEJAME,¡¡DEJAME!!
-Ven que te ayude a levantarte y déjame que te cure
-¡¡No me toques!!
Lourdes, lloriqueando, fue al cuarto de baño a coger el botiquín, iba nerviosa, alterada y al abrir el cajón lo tiró todo al suelo. Seguía lloriqueando y oía a Raimundo gritar “será patosa la tía”, cosa que la ponía más nerviosa. Poco a poco consiguió recoger todo lo del botiquín, se dirigió al salón, Raimundo se encontraba sentado en el sillón y mantenía un paño de cocina tapando su frente, Lourdes toda nerviosa comenzó a preparar el esparadrapo y el algodón. Raimundo no dejaba de soltar adjetivos por su boca, Lourdes se dispuso a cortar un trozo de esparadrapo y él gritó “tan grande no, mujer” ella se asustó y las tijeras salieron volando clavándose en la pierna de Raimundo. Este saltó y tiró todo lo que estaba encima de la mesa, chillaba, se movía, ella lloraba pidiendo perdón, él se quito las tijeras de la pierna y salió dirección a la puerta, ella fue detrás suplicando que no se marchara, con la puerta de la escalera abierta. Lourdes le sujetó por el brazo pidiéndole que se tranquilizara, Raimundo en el intento de soltarse hizo un envite hacia atrás lo cual le provoco perder el equilibrio y caer escalaras abajo.
Raimundo despertó en el hospital, tumbado en una cama, tenía una pierna escayolada, collarín y todo el cuerpo vendado, aún no dando crédito de lo que le había ocurrido, se abrió la puerta de la habitación y aparecieron sus buenos amigos, se agruparon alrededor de la cama y a carcajada limpia le preguntaron:
-¿Qué tal estás, “tronco”?...JA,JA,JA
Raimundo miraba el parte de entregas del día, después de repasarlo, se lo guardó en el bolsillo y se dirigió a coger las dos bombonas que tenía que entregar, una se la echó al hombro y la otra la agarró con su mano izquierda; con paso rápido fue hacia el portal; al llegar soltó la bombona y llamó al timbre del 2º-izq.
-Sí –le contestaron
-El butanero –dijo
Se oyó el timbre de apertura de la puerta, entró y subió las escaleras; no había ascensor. Cuando llegó en el rellano le esperaba una mujer rubia con bata de seda azul, fumaba un cigarro, muy maquillada y, con sonrisa lasciva, le miró de arriba abajo y con el dedo le indicó que pasara, tras él cerró la puerta.
Raimundo dejó las bombonas en el suelo y con la respiración entrecortada se dirigió a ella:
-Hoy tengo prisa, es viernes y “he quedao”
-Venga guapo, ¿no piensas dedicarme un ratito?
-Que no, que no, me las “piro”
-Venga te “pago” las bombonas y luego te vas…
-Me las pagas pero con euros
Ella ya le había metido la mano entre las piernas, le agarró tan fuerte que él se tuvo que doblar hacia delante y mirándola de reojo contestó:
-Si te pones así… tendré que quedarme, pero antes, llámame como a mí me gusta
-Claro, Señor Mingo
y dijo él- por el culo te la hinco
Los dos soltaron grandes carcajadas y comenzaron su juego que más que sexual era vicioso y primitivo.
Rodaron por el suelo sin mirar donde caían, lamiéndose y mordiéndose, inundados por el sudor producido por la excitación, fue tal su entrega que la mujer, en un momento de locura abrió sus brazos y sin querer, tiró el cenicero que adornaba una mesita auxiliar, con tan mala suerte que fue a parar a la frente de Raimundo, provocándole una brecha que comenzó a manar sangre a borbotones.
-ME ¡¡CAGüEN!!,LOURDES,¡¡JODER!!- gritó
-¡¡AY!! Lo siento, ay por Dios, ¿que te he hecho?- decía Lourdes echándose las manos a la cabeza
-DEJAME,¡¡DEJAME!!
-Ven que te ayude a levantarte y déjame que te cure
-¡¡No me toques!!
Lourdes, lloriqueando, fue al cuarto de baño a coger el botiquín, iba nerviosa, alterada y al abrir el cajón lo tiró todo al suelo. Seguía lloriqueando y oía a Raimundo gritar “será patosa la tía”, cosa que la ponía más nerviosa. Poco a poco consiguió recoger todo lo del botiquín, se dirigió al salón, Raimundo se encontraba sentado en el sillón y mantenía un paño de cocina tapando su frente, Lourdes toda nerviosa comenzó a preparar el esparadrapo y el algodón. Raimundo no dejaba de soltar adjetivos por su boca, Lourdes se dispuso a cortar un trozo de esparadrapo y él gritó “tan grande no, mujer” ella se asustó y las tijeras salieron volando clavándose en la pierna de Raimundo. Este saltó y tiró todo lo que estaba encima de la mesa, chillaba, se movía, ella lloraba pidiendo perdón, él se quito las tijeras de la pierna y salió dirección a la puerta, ella fue detrás suplicando que no se marchara, con la puerta de la escalera abierta. Lourdes le sujetó por el brazo pidiéndole que se tranquilizara, Raimundo en el intento de soltarse hizo un envite hacia atrás lo cual le provoco perder el equilibrio y caer escalaras abajo.
Raimundo despertó en el hospital, tumbado en una cama, tenía una pierna escayolada, collarín y todo el cuerpo vendado, aún no dando crédito de lo que le había ocurrido, se abrió la puerta de la habitación y aparecieron sus buenos amigos, se agruparon alrededor de la cama y a carcajada limpia le preguntaron:
-¿Qué tal estás, “tronco”?...JA,JA,JA
miércoles, 20 de febrero de 2008
CALLE CAMINO DEL ÁNGEL
C/ CAMINO DEL ÁNGEL
“Nunca había sido tan oscura la noche, la Luna detrás de la cortina de nubes, no daba luz alguna.
El viento producía un silbido largo, las hojas de los árboles acompasaban su canto y entre ellos solo se oían los pasos rápidos y descompensados de la mujer que bajaba la calle; iba abrazada a su propio cuerpo, su cabeza casi clavada en su pecho no dejaba ver su rostro, en una de sus manos portaba un llavero.
De repente, se paro como si hubiera escuchado algo, miro hacía los lados y busco refugio detrás de un árbol, unas lágrimas caían por su cara, su respiración alterada hacía mover violentamente su pecho.
Calle arriba, un hombre bajaba por la misma acera, lo observo y su llanto se hizo más ahogado.
Al llegar el hombre a su altura, ella salió de su escondite cortándole el paso.
Él quedo parado.
-¿que haces aquí? –pregunto él
Con voz entrecortada ella contestó:
-ser testigo de tu traición.
Él alzo la cabeza y con ímpetu la agarró del brazo.
-¡vamos a casa!, allí hablaremos.
-¡suéltame! –grito ella –no iré contigo a ningún sitio
-¡vamos a casa he dicho!
De un manotazo la quito las llaves.
-venga sube a mi coche.
-¡no me toques!, dame las llaves.
Comenzó un forcejeo entre los dos; en la faz de ella se dibujaba la rabia, en la de él, el desconcierto.
En un momento del enfrentamiento ella consiguió desembarazarse de él con un empujón en su pecho; él, perdió el equilibrio y cayó hacía atrás, su cabeza choco contra el alerón de un coche y reboto en el filo de la acera, enseguida la sangre regó la calle tiñéndola de rojo.
El cuerpo se convulsiono, mientras ella le miraba impasible.
Despacio se agacho y arrebato el llavero de sus manos; con ellas apretadas en su pecho balbuceo estas palabras:
-“No solo cojo mis llaves, sino también mi libertad, descubierta la traición ya puedo abrir la puerta de mi alma y volar feliz y libre como un pájaro, vuelve al infierno de donde saliste, Gabriel”.
Y cogiendo la cruz que colgaba del llavero la beso, y con un golpe seco la clavo en el pecho del hombre allí inerte.
Los ojos de él se abrieron desorbitados, una llamarada broto de su pecho y un grito desgarrador hizo concluir su incineración.
Ella levanto sus brazos en cruz y unas alas nacieron de su espalda y en un vuelo vertical desapareció en el cielo, dejando un camino de luz a su paso”.
-Eso no hay quien se lo crea- dijo Isabel
- Es la leyenda de esta calle, de hay su nombre, c/ camino del ángel
-Como leyenda, vale- dijo Isabel sonriendo- brindemos por el ángel
-Y por el demonio- contesto su compañero
Isabel le observo con gesto serio.
-Vale, no te llevare la contraria nada más conocerte
-Chin, chin…- brindo él
-¿Cómo dijiste que te llamabas?- le pregunto Isabel
-Gabriel, me llamo Gabriel
-Por ti Gabriel- levanto su copa Isabel
Gabriel brindo con una gran sonrisa dibujada en su cara y en la parte trasera de su pantalón un apéndice casi imperceptible se movió contento de un lado a otro.
“Nunca había sido tan oscura la noche, la Luna detrás de la cortina de nubes, no daba luz alguna.
El viento producía un silbido largo, las hojas de los árboles acompasaban su canto y entre ellos solo se oían los pasos rápidos y descompensados de la mujer que bajaba la calle; iba abrazada a su propio cuerpo, su cabeza casi clavada en su pecho no dejaba ver su rostro, en una de sus manos portaba un llavero.
De repente, se paro como si hubiera escuchado algo, miro hacía los lados y busco refugio detrás de un árbol, unas lágrimas caían por su cara, su respiración alterada hacía mover violentamente su pecho.
Calle arriba, un hombre bajaba por la misma acera, lo observo y su llanto se hizo más ahogado.
Al llegar el hombre a su altura, ella salió de su escondite cortándole el paso.
Él quedo parado.
-¿que haces aquí? –pregunto él
Con voz entrecortada ella contestó:
-ser testigo de tu traición.
Él alzo la cabeza y con ímpetu la agarró del brazo.
-¡vamos a casa!, allí hablaremos.
-¡suéltame! –grito ella –no iré contigo a ningún sitio
-¡vamos a casa he dicho!
De un manotazo la quito las llaves.
-venga sube a mi coche.
-¡no me toques!, dame las llaves.
Comenzó un forcejeo entre los dos; en la faz de ella se dibujaba la rabia, en la de él, el desconcierto.
En un momento del enfrentamiento ella consiguió desembarazarse de él con un empujón en su pecho; él, perdió el equilibrio y cayó hacía atrás, su cabeza choco contra el alerón de un coche y reboto en el filo de la acera, enseguida la sangre regó la calle tiñéndola de rojo.
El cuerpo se convulsiono, mientras ella le miraba impasible.
Despacio se agacho y arrebato el llavero de sus manos; con ellas apretadas en su pecho balbuceo estas palabras:
-“No solo cojo mis llaves, sino también mi libertad, descubierta la traición ya puedo abrir la puerta de mi alma y volar feliz y libre como un pájaro, vuelve al infierno de donde saliste, Gabriel”.
Y cogiendo la cruz que colgaba del llavero la beso, y con un golpe seco la clavo en el pecho del hombre allí inerte.
Los ojos de él se abrieron desorbitados, una llamarada broto de su pecho y un grito desgarrador hizo concluir su incineración.
Ella levanto sus brazos en cruz y unas alas nacieron de su espalda y en un vuelo vertical desapareció en el cielo, dejando un camino de luz a su paso”.
-Eso no hay quien se lo crea- dijo Isabel
- Es la leyenda de esta calle, de hay su nombre, c/ camino del ángel
-Como leyenda, vale- dijo Isabel sonriendo- brindemos por el ángel
-Y por el demonio- contesto su compañero
Isabel le observo con gesto serio.
-Vale, no te llevare la contraria nada más conocerte
-Chin, chin…- brindo él
-¿Cómo dijiste que te llamabas?- le pregunto Isabel
-Gabriel, me llamo Gabriel
-Por ti Gabriel- levanto su copa Isabel
Gabriel brindo con una gran sonrisa dibujada en su cara y en la parte trasera de su pantalón un apéndice casi imperceptible se movió contento de un lado a otro.
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