“RAIMUNDO”
Raimundo miraba el parte de entregas del día, después de repasarlo, se lo guardó en el bolsillo y se dirigió a coger las dos bombonas que tenía que entregar, una se la echó al hombro y la otra la agarró con su mano izquierda; con paso rápido fue hacia el portal; al llegar soltó la bombona y llamó al timbre del 2º-izq.
-Sí –le contestaron
-El butanero –dijo
Se oyó el timbre de apertura de la puerta, entró y subió las escaleras; no había ascensor. Cuando llegó en el rellano le esperaba una mujer rubia con bata de seda azul, fumaba un cigarro, muy maquillada y, con sonrisa lasciva, le miró de arriba abajo y con el dedo le indicó que pasara, tras él cerró la puerta.
Raimundo dejó las bombonas en el suelo y con la respiración entrecortada se dirigió a ella:
-Hoy tengo prisa, es viernes y “he quedao”
-Venga guapo, ¿no piensas dedicarme un ratito?
-Que no, que no, me las “piro”
-Venga te “pago” las bombonas y luego te vas…
-Me las pagas pero con euros
Ella ya le había metido la mano entre las piernas, le agarró tan fuerte que él se tuvo que doblar hacia delante y mirándola de reojo contestó:
-Si te pones así… tendré que quedarme, pero antes, llámame como a mí me gusta
-Claro, Señor Mingo
y dijo él- por el culo te la hinco
Los dos soltaron grandes carcajadas y comenzaron su juego que más que sexual era vicioso y primitivo.
Rodaron por el suelo sin mirar donde caían, lamiéndose y mordiéndose, inundados por el sudor producido por la excitación, fue tal su entrega que la mujer, en un momento de locura abrió sus brazos y sin querer, tiró el cenicero que adornaba una mesita auxiliar, con tan mala suerte que fue a parar a la frente de Raimundo, provocándole una brecha que comenzó a manar sangre a borbotones.
-ME ¡¡CAGüEN!!,LOURDES,¡¡JODER!!- gritó
-¡¡AY!! Lo siento, ay por Dios, ¿que te he hecho?- decía Lourdes echándose las manos a la cabeza
-DEJAME,¡¡DEJAME!!
-Ven que te ayude a levantarte y déjame que te cure
-¡¡No me toques!!
Lourdes, lloriqueando, fue al cuarto de baño a coger el botiquín, iba nerviosa, alterada y al abrir el cajón lo tiró todo al suelo. Seguía lloriqueando y oía a Raimundo gritar “será patosa la tía”, cosa que la ponía más nerviosa. Poco a poco consiguió recoger todo lo del botiquín, se dirigió al salón, Raimundo se encontraba sentado en el sillón y mantenía un paño de cocina tapando su frente, Lourdes toda nerviosa comenzó a preparar el esparadrapo y el algodón. Raimundo no dejaba de soltar adjetivos por su boca, Lourdes se dispuso a cortar un trozo de esparadrapo y él gritó “tan grande no, mujer” ella se asustó y las tijeras salieron volando clavándose en la pierna de Raimundo. Este saltó y tiró todo lo que estaba encima de la mesa, chillaba, se movía, ella lloraba pidiendo perdón, él se quito las tijeras de la pierna y salió dirección a la puerta, ella fue detrás suplicando que no se marchara, con la puerta de la escalera abierta. Lourdes le sujetó por el brazo pidiéndole que se tranquilizara, Raimundo en el intento de soltarse hizo un envite hacia atrás lo cual le provoco perder el equilibrio y caer escalaras abajo.
Raimundo despertó en el hospital, tumbado en una cama, tenía una pierna escayolada, collarín y todo el cuerpo vendado, aún no dando crédito de lo que le había ocurrido, se abrió la puerta de la habitación y aparecieron sus buenos amigos, se agruparon alrededor de la cama y a carcajada limpia le preguntaron:
-¿Qué tal estás, “tronco”?...JA,JA,JA
viernes, 22 de febrero de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Muy bueno tia, por lo que veo has cambiado el sentido literario de los escritos. Un saludo
Publicar un comentario