viernes, 18 de mayo de 2007

“FLOR DEL AMANECER”
“La flor del amanecer abre sus pétalos pequeños y finos en cuanto nota los primeros rayos de luz, el prado en pocos minutos cambia todo su aspecto, se transforma en un paraíso de colores, desde el rojo carmesí hasta el blanco más puro.
Camino a través de este paisaje, dejando que mi alma encuentre reposo a través de la imagen que mi sentido recoge. Intento calmar la ira que ha provocado el egoísmo tan activo de mi pareja. Dice que me quiere y hasta en ciertos momentos es posible palpar su amor, pero el egoísmo nubla todo el candor en la relación y mi corazón y mi alma sufren el fuego de la ira.
Hay veces que creo estar en la cuerda floja, no se si mi comportamiento es justo, si mis decisiones son correctas, las palabras de mi corazón y las de mi mente no coinciden y siento desconsuelo, soledad y de nuevo el fuego de la ira.
Pero ahora no, la ira se va a ir apagando, mi paseo por el jardín de la flor del amanecer calmara mi aliento, estos colores tan bellos… rojo carmesí sugiriendo la pasión, el amarillo acompasando al sol, el blanco insistiendo en la pureza del terreno, calman mi alma, las dulces fragancias entran en mi ser envueltas en la suave brisa, van directas a bombear el corazón que poco a poco va calmando su ritmo.
Sigo hacia delante, avanzo rozando con las yemas de mis dedos la vegetación que me rodea y el terreno empieza a cambiar, igual que ha cambiado la luz del día, rayos de sol penetran entre los árboles; ya cerca de mi, aparece el lago del “reflejo”, lo llaman así porque el primer rayo de luz que toca sus aguas produce un reflejo cegador que no deja contemplarlo, hasta pasado un tiempo y la sensación del visitante es que el lago a desaparecido ante él; le rodea una flora muy variada, margaritas, claveles, rosas, amapolas, flores del amanecer, helechos, esparragueras, grandes enredaderas, arbustos…”
-Lucia, ya es la hora…
“Tengo que dejarlo me llaman, el próximo día retocare el paisaje, me da pena no quiero irme…”
Abrió los ojos y se encontró con la realidad, la sala empezaba a desperezarse, todos comenzaban a moverse, la sesión de relajación a la que asistía semanalmente, había terminado…
Se cambió de ropa, salió a la calle y se dirigió a su casa. Delante de la puerta, metiendo la llave en la cerradura, sintió el sudor por su frente, “todavía no controlo bien”, se dijo y con ímpetu abrió la puerta, cerro a su espalda y se estaba desembarazando de su abrigo cuando escuchó:
-ya es hora, me moría de hambre
Dejo el abrigo caer y se dirigió hacia el salón, su marido se encontraba sentado en el sillón frente al televisor, ella detrás de él, sudaba, su respiración era entrecortada y sus ojos desorbitados se cegaron por las lágrimas, su mano buscó algo y se topó con la figura de bronce que adornaba la mesa ovalada, lo cogío con fuerza, lo levantó y soltó un grito desgarrador, mientras toda su energía concentrada en la mano que asía el pedazo de bronce, se estrellaba sobre la cabeza del hombre confiado que esperaba su cena.
Un rojo carmesí salpicó el sillón, la televisión y la alfombra donde ella se tumbo balbuceando:
“flor del amanecer, flor del amanecer…”

No hay comentarios: